domingo, 27 de julio de 2014

El costo de un nuevo default para Argentina

Por Diego Martínez Burzaco

Escribo esta columna con el riesgo de que quede obsoleta en cualquier momento, tal vez horas, si efectivamente llega un acuerdo de último momento entre el Gobierno y los holdouts para evitar el default (incumplimiento de pagos de deuda) el 30 de julio próximo.

Ojalá así sea, todos saldríamos favorecidos.

Porque si bien es cierto de que poco tendría que ver la magnitud de este default con el ocurrido en 2001, ya que la deuda involucrada en esta oportunidad es apenas el 1% del monto al momento del estallido de la Convertibilidad (US$ 1.330 millones vs US$ 102.000 millones), existen impactos negativos comunes a ambos procesos.

Y la actual administración gobernante sabe de aquellos costos que implicará un nuevo incumplimiento. Si realmente no tendrían un efecto nocivo de gran magnitud sobre la actividad económica no destinaría tanta energía en su ataque hacia los "buitres", el sistema capitalista extremo y la justicia neoyorquina sintetizada en la figura del juez Griesa.

Seria interesante analizar qué hubiera pasado durante los últimos 45 días si el Gobierno utilizaba esa energía para encauzar las negociaciones, buscar caminos innovadores y lograr una solución que no comprometa la situación económica de corto plazo ni la sustentabilidad de mediano plazo.

Esto, hasta el momento, no ha ocurrido. Nuevamente reitero, ojalá llegue ates del 30 de julio.

Las esperanzas se achican. El argumento oficial de señalar que Argentina no entrará en default porque ha instrumentado los pagos correspondientes al vencimiento de deuda, desligándose de la responsabilidad de si el dinero llega o no a los acreedores, es como decir que la Selección ganó la Copa del Mundo porque Messi definió de manera perfecta su jugada en la final contra Alemania y la pelota no entró por algo ajeno al jugador del seleccionado.

Es como querer interpretar una realidad distinta a la que realmente es. O, simplemente, volver al recurrente ejercicio de la negación.

La realidad indica que se entrará en default el 30 de julio si no hay acuerdo.

¿Qué implica para todos nosotros?

El primer canal de impacto es lo financiero. Precios de bonos y acciones bajan, suben los costos de financiamiento e imposibilita acceder al escaso crédito externo que tenían a disposición algunas empresas argentinas. Un caso puntual es YPF que recientemente había colocado US$ 1.000 millones a 8,75% bajo un bono a 10 años con legislación neoyorquina. Sí, leyó bien, legislación de Nueva York.

Otro canal de impacto es la mayor presión cambiaria. La incertidumbre, sumado a un nivel de inflación sin precedentes para la era kirchnerista, agudizara la demanda de dólares, en un país donde la divisa escasea. Para contener la suba de la moneda estadounidense, habrá que seducir a los ahorristas con alzas en las tasas de interés internas para que no vuelquen sus pesos hacia un refugio extranjero. Esto afectará, tarde o temprano, al financiamiento de capital de trabajo de empresas en el ámbito doméstico.

En relación al consumo y la inversión, un default es sinónimo de mayor incertidumbre. Y cuando ésta aumenta, ambas variables se ralentizan o paralizan. Se postergan planes de consumo e inversión hasta encontrar un escenario menos beligerante. Falta la confianza. Todo esto impacta en la actividad.

La velocidad de ajuste de estos impactos es distinta. Lo financiero es inmediato, lo real tiene un desfasaje, pero llega.

Y esos costos los pagamos todos. Tarde o temprano, la cuenta se paga.

Se pueden evitar con audacia y valentía política de afrontar los problemas y no patearlos para adelante. Espero, como señalé al principio, que esta columna quedé obsoleta antes del 30 de julio. Esto indicará que todos hemos ganado con el problema resuelto.



jueves, 17 de julio de 2014

Para los economistas, no existe un “default controlado”

Nota publicada en El Cronista Comercial con participación propia

Desde la oposición y el propio oficialismo reconocen que el término ni siquiera existe en el mundo financiero.  Dicen que desde Economía se lo busca relacionar con la idea que una cesación de pagos no generaría un escenario catastrófico como el de 2001.

“El Gobierno va hacia un default controlado”. Nadie se adjudica la frase y tampoco está claro quién quien fue el primero en usar el término en la discusión sobre la negociación de la deuda argentina, pero lo cierto es que la idea de "default controlado" empezó a rodar y creció cual bola de nieve. Muchos hasta pensaron que el término existía en los libros de economía y finanzas. Pero hacia allí fueron en busca de una definición y nada encontraron.
Cronista.com consultó a economistas y especialistas en finanzas y mercados que, provenientes tanto de la oposición como el oficialismo, coincidieron en señalar que el término “default controlado” no tiene una definición académica.
“La verdad que se trata de una terminología que no existe en los mercados globales ni en el mundo financiero. Si no se paga, es un default liso y llano, ya que no se puede aludir al juez (norteamericano Thomas) Griesa o el BONY como los culpables”, analizó Diego Martínez Burzaco, economista en jefe de Inversor Global.
Advirtió además que “un default tiene consecuencias primero desde lo financiero, con caídas de acciones y bonos”, a lo que se suman “encarecimiento de la tasa de interés y presiones sobre el dólar”. “Todo eso se traslada, después de un tiempo, a la economía. Las empresas encuentran más costos para financiar su capital de trabajo y los consumidores deben enfrentar unencarecimiento del préstamos al consumo”, analizó.
“Controlado es una expresión de deseo”, aseguró por su parte Rodrigo Alvarez, economista y director de la consultora Analytica y subrayó que “la macro no se bancaría este escenario”.
Alvarez señaló que “si a fin de mes el pago no se cumple, este no va a ser un default distinto a los default tradicionales”. “Vamos a tener una mayor presión sobre tipo de cambio y volverán las expectativas de devaluación. En un escenario macro te comiste la competitividad que lograste tocando el tipo de cambio en enero”, evaluó.
Sostuvo que el Gobierno busca imponer la idea de que “no va a ser el default con las mismas implicancias  que en 2001. El gobierno está llegando con cero margen de maniobra solo ajustó la tasa de interés, el tipo de cambio y sigue sin solucionar temas como inflación y el problema fiscal”.
“Con default controlado o no, no accedes al mercado de crédito”, pronosticó.
En sintonía, Esteban Domecq, director de Invecq Consulting SA, comparó un intento de “default controlado” con “algo así como venir por la ruta a alta velocidad y volantear para salirse del camino intencionalmente”.
“Esta maniobra de por sí es muy delicada, porque si algo sale mal, no solo te saliste del camino, sino que probablemente también vuelques y/o colisiones”, apuntó y consideró que los sucesos de los últimos días, con negociaciones que no avanzan entre las partes reflejarían “que el Gobierno está barajando con mucho optimismo la idea de no negociar con los buitres, entrar en default técnico de manera ‘controlada’ y luego plantear nuevos mecanismos para seguir con los pagos de la deuda reestructurada”.
Cerca del oficialismo también reconocen que el tal "default controlado" carece de una definición técnica que explique que podría englobar. Si bien niegan ser padres del término, reconocen que desde el Ministerio de Economía se buscaría dar la idea de que la situación que podría desatar una caída en default hoy no es para nada comparable con el desastre ocurrido en 2001, que incluyó corridas cambiarias, recesión y confiscación de depósitos, entre otros puntos.
En diálogo con Cronista.com Agustín D’Attellis de La Gran Makro, consideró que el término “es un raro invento” en medio de una negociación que nunca se dio y que genera que “todo lo que pasa sea inédito”. Es tratar de configurar algo que es totalmente inédito. Pero 'default técnico', si hilamos, fino tampoco existe”, sostuvo y opinó que lo que se trataría de decir es que Argentina entraría a fin de mes en una cesación de pagos en la que el impacto sobre la economía sería limitado.
Y agregó “es importante destacar que de entrar Argentina en un default técnico el 30 julio, en ningún momento se presenta un escenario catastrófico. Las variables económicas son otras en comparación a 2001, principalmente en cuanto a una economía desendeudada”.
Al ser consultado sobre desde que sectores habría surgido el término, D’Attellis dijo desconocer quién fue el primero en tirarlo al ruedo, aunque consideró que desde Economía se buscaría “quitar de encima el emparentamiento de la gente con un cuadro catastrófico”. Argentina no va a negociar porque no puede por la cláusula RUFO, que le generaría una oleada de juicios. Creo que va a preferir default técnico unos meses”, analizó.
El economista Fernando Camusso fue directo y apuntó: “Sin perjuicio de la capacidad de respetables profesionales que opinaron sobre la posibilidad de organizar un default táctico o controlado, creo que el riesgo a sumir es sumamente alto e imposible de medir y acotar”.
“Entiendo que se hable de default técnico dado que en realidad lo que se quiere mostrar es que existe capacidad de pago y que por lo tanto no se debe a un default pleno como en el 2001, sino a un fallo de la justicia norteamericana. Sin embargo, técnicamente solo existe default, lo otro lo agregamos a conveniencia. No debemos subestimar los costos socio-económicos de un evento de esta naturaleza”, advirtió.