domingo, 17 de octubre de 2010

Invitado Semanal: Gustavo Neffa - "El conflicto menos pensado: la guerra de las divisas "

Después de la crisis financiera del año 2008 el mundo quedo dividido entre aquellos países que salieron airosos (países emergentes) y aquellos que están pagando las consecuencias de la misma (países desarrollados).

Pero la salida de la recesión mundial, luego de las crisis fiscales (que no terminaron aún) dieron lugar a un nuevo conflicto, el menos pensado. Quedó de manifiesto cuando el ministro de economía de Brasil expresó que existía una “guerra de divisas”.

Como ya mencionamos en artículos anteriores, para salir de la crisis de forma más acelerada los países emergentes recurrieron a devaluaciones competitivas, que son políticas tomadas por los bancos centrales acompañadas por políticas expansivas por parte de los gobiernos.

De esta manera, lo que se busca es devaluar la moneda para mejorar los saldos comerciales y dinamizando la economía a través de la sustitución de importaciones, así como la de licuar la deuda en moneda doméstica. Son políticas inflacionarias en un entorno con poca inflación en países centrales, pero con inflación acelerada en países emergentes que, a su vez, mejoran los ingreso públicos del fisco.

Los países desarrollados, encabezados por Estados Unidos, reclaman que la política cambiaria llevada a cabo por los estados en desarrollo está provocando desequilibrios globales: al tener monedas artificialmente baratas,  esos países (con China a la cabeza) gozan de un superávit comercial que impacta negativamente entre sus socios.

Algunos  países desarrollados, como Japón, poseen monedas que se fortalecen por otros motivos, pero que implican las mismas consecuencias para sus economías (menor crecimiento, apreciación de su moneda y pérdida de competitividad). El Banco de Japón intervino directamente con baja de tasas y creación de un megafondo de recompra de activos.

Los países emergentes esgrimen una defensa argumentando que tanto Estados Unido como la Unión Europea mantienen tasas de interés artificialmente bajas que generan un exceso de liquidez en el mundo, lo que, a su vez, provoca que los flujos de capitales de los inversores vayan en busca de mayores retornos, lo cual ejerce presiones sobre sus tipos de cambio. Otro factor distorsivo es que produce el ingreso de capitales especulativos o de corto plazo en estados emergentes. La fuerte entrada de capitales hacia países desarrollados aprecia las monedas domésticas y su economía pierden competitividad.

Si analizamos la evolución del ingreso de capitales en países en desarrollo vemos que, cuando las tasas estuvieron bajas, se produjo un aumento de estos flujos. Mientas que, después de mediados de 2006 cuando subieron las tasas se generó una salida de capitales en estos países. En tanto que en la crisis de 2008 la salida de capitales se debió a que los inversores buscaron refugio en activos más seguros:


Figura 1
Movimiento de capitales hacia países emergentes: últimos 6 años en miles de millones de dólares mensuales
Fuente: Elaboración Propia en base a Deutsche Bank


Para sumarle más leña al fuego. Estados Unidos planea extender sus estímulos fiscales y monetarios en noviembre, lo que provocaría una presión adicional  a la moneda de los países emergentes.

Para mantener el tipo de cambio en niveles competitivos, los bancos centrales deben comprar todo el exceso de divisas que existe en los mercados cambiarios (esterilización). La compra de divisas tiene como efecto la emisión monetaria, lo que genera una mayor inflación (existe poca capacidad ociosa). Es el modelo que aplica Argentina.

El tema subyacente de las políticas cambiarias activas tomadas por los bancos centrales es hasta cuando podrán mantener  la competitividad a través de la absorción de los excesos del mercado de divisas sin generar mayor inflación. Recordemos que si los precios internos suben más que los del resto del mundo, también se genera una pérdida de competitividad (incremento de costos en dólares de las empresas). El costo de esterilizar el ingreso de divisas es cada vez mayor para estos países porque mayor emisión presiona las tasas de interés a la baja y la economía se recalienta aún más.

Debido a todo lo demás, algunos países están subiendo los aranceles a la entrada de flujos financieros desde el exterior. En el caso de Brasil, los mismos pasaron del en el 2 % al 4 % y esta sería la política que aplicarían  para el resguardo de la economía gran parte de los países afectados por la misma situación.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) recomendó esta semana a los países de Sudamérica que se mantengan alerta ante el posible riesgo de "recalentamiento" y defendió medidas como los controles de capital para que la situación se mantenga bajo control. Recordó que mientras la actividad siga siendo débil en los países desarrollados y los tipos de interés bajos, en algunos casos próximos a cero, el capital seguirá desembarcando en regiones que ofrecen mayor rentabilidad, como es el caso Latinoamérica.

Es probable que estemos ante un escenario en el cual los países emergentes sigan adoptando no sólo medidas cambiarias sino también que empiecen a complementarlo con medidas arancelarias para controlar el ingreso de capitales. Este será un tema que estará en la agenda cuando se reúna el G-20 en noviembre por la importancia que tiene esta cuestión en la economía global.
 

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