lunes, 20 de septiembre de 2010

Basilea III, entre prevenir y curar, por Gustavo Neffa (*)


Las crisis bancarias siempre puede ocurrir. Por eso se da la necesidad de reducir su probabilidad, más teniendo en cuenta lo ocurrido en el 2008. Basilea III es necesario y viene acomplentar la reforma financiera encarada por los EE.UU. (reformas de Dodd-Frank). No sólo es necesario reducir al mínimo esa probabilidad en los EE.UU., sino también en Europa después de la crisis de deuda producida este año, que aún no se ha resuelto.

Los presidentes de los bancos centrales y las autoridades de los 27 países miembros del Comité de Basilea de Supervisión Bancaria cerraron un acuerdo tras meses de debates sobre cómo dar a los bancos una mayor resistencia frente a una crisis financiera.

El objetivo de las normas acordadas es:

1.       incrementar la calidad del capital de los bancos
2.       aumentar los requerimientos y el capital para absorber pérdidas en crisis posteriores
3.       limitar el apalancamiento tradicional
4.       regular la liquidez y endurecer los requisitos de capital para las entidades que operen derivados y productos de alto riesgo.

Estas nuevas normas no sólo aumentan las exigencias de capital para las entidades, sino que fortifican todos los requisitos.

Dichas medidas llegan en un momento en que el sector financiero necesita realizar una inyección de liquidez por las pérdidas producidas por la crisis financiera. Mensaje doble para los bancos: no sólo deben reforzare por los efectos de l crisis, sino que dichos requisitos se refuerzan a futuro.

Las entidades financieras habían advertido que si el plazo de aplicación de los nuevos estándares es muy corto (dada la rigurosidad de los mismos) iba a ser muy complicado su cumplimento. Además, el crédito sería afectado y en consecuencia perjudicaría el crecimiento económico: más dinero en una cuenta de resguardo sin tocar implica menor capacidad prestable para la economía mundial.

Es por ello que el grupo de Basilea  anunció que las nuevas normas se introducirán paulatinamente entre enero de 2013 y diciembre de 2018. Mientras EEUU y el Reino Unido habían propuesto que el proceso se desarrolle en el plazo de cinco o seis años, otros países presionaron para que el período fuera de 15 años. Además el dinero exigido como reserva podría ser utilizado por los bancos para financiar proyectos productivos de bajo riesgo.

De acuerdo a la siguiente figura, vemos cómo los requisitos de capital a cumplir son triples: el primer requisito es un porcentaje mínimo de reserva en función al monto del total de las acciones comunes (capital accionario más estable). En segundo lugar se define el Tier 1, que es un indicador básico de solvencia que compara el capital de un banco más las ganancias retenidas con los activos de la entidad ajustados por su grado de riesgo (a mayor riesgo, más requisito de capital). Por último, hay un indicador de reservas en función del capital total del banco. El paquete de reforma no sólo exige más capital sino que también endurece la definición de lo que cuenta como capital Tier 1.

El grupo de Basilea ha fijado por primera vez una reserva adicional del 2,5% del total del capital accionario lo que, sumado a los demás requisitos, triplica el volumen de reservas de activos que los bancos deben guardar como reserva frente a las pérdidas. Con esta medida, los bancos verán restringida su capacidad para pagar dividendos y bonus.

Los requisitos de capital estructural estarían plenamente en vigencia a partir de enero del 2015, mientras que la reserva de conservación de capital se introduciría paulatinamente desde enero del 2016 hasta enero del 2019.

Según estimaciones privadas, los principales bancos Europeos llegarían a cumplir con los requisitos de capital en el año 2012, por lo que se cree que los plazos otorgados por la comisión de Basilea fueron demasiado laxos para que todos los bancos logren el objetivo.

Si en los test de estrés se hubiera utilizado este umbral tan sólo 6 de las 27 entidades españolas habrían aprobado en todos los escenarios económicos analizados. La más adversa de las situaciones, con caídas del Producto Bruto Interno (PIB) del 3% adicionales, sólo los dos grandes bancos, Santander y BBVA, además de Unicaja, BBK, Kutxa y Banca March no tendrían dificultades de capital. El resto de las entidades habrían estado obligadas a buscar fondos para poder resistir y cumplir las exigencias.

En Alemania los bancos van a necesitar unos 200.000 millones de dólares de capital y otros 400.000 millones de dólares para liquidez adicional, todo para cumplir con Basilea III. Claramente habrá bancos que no lograrán este capital adicional ya que no tendrán capacidad de acceso a muchos mercados, aunque el estiramiento de los plazos los beneficia ampliamente.

En conclusión, las normas Basilea III a aplicarse al sistema financiero mundial buscan encarrilar de mejor manera la recuperación económica, pero se trata de un difícil objetivo entre prevenir una futura crisis financiera y darle oxígeno a la economía mundial. Priorizando esto último, el comité retrasó en el tiempo la aplicación de los nuevos requisitos, dándole un respiro a la banca. Pero la financiación de proyectos productivos o bien el incremento de la demanda de préstamos por parte de los individuos es probable que no se de en el contexto de  una economía global que se desacelera y el actual nivel de desempleo, que no apunta a descender en el corto plazo sino a mantenerse en niveles elevados.


(*) El autor del artículo es economista de Banco Macro

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